En el corazón de Lugo, donde la historia se entrelaza con la modernidad, se encuentra la avenida de la Coruña, una artería urbana que pulsa con el ritmo de la vida cotidiana. Pero al caer la noche, la ciudad se transforma, y la avenida se convierte en un escenario de ensueño, bañado por la luz plateada de la luna.
La fotografía, capturada mediante una técnica de larga exposición, nos invita a contemplar la avenida bajo una perspectiva diferente. Las luces de la ciudad se convierten en pinceladas luminosas que dibujan un paisaje urbano de ensueño. Los edificios, antes imponentes y majestuosos, ahora se erigen como siluetas etéreas, sus contornos difuminados por la bruma nocturna.
En la lejanía, se aprecia la silueta de la Muralla Romana, un símbolo de la historia y la identidad de Lugo. Sus piedras milenarias parecen susurrar historias de tiempos pasados, mientras la ciudad moderna se despliega ante sus ojos.
En primer plano, la avenida se convierte en un río de luz, por el que circulan vehículos como estrellas fugaces. Los peatones, convertidos en sombras fugaces, se apresuran a sus destinos, dejando tras de sí un rastro de movimiento y energía.
La fotografía nos invita a reflexionar sobre la dualidad de la ciudad. De día, la avenida es un hervidero de actividad, un reflejo de la vitalidad de Lugo. Pero de noche, se transforma en un espacio de quietud y contemplación, donde la luz y la sombra se funden creando una atmósfera de ensueño.
Esta imagen es una oda a la belleza de Lugo, una ciudad que se reinventa con cada puesta de sol. Es una invitación a pasear por sus calles bajo la luz de la luna, a dejarse llevar por la magia de la noche y a descubrir la esencia más íntima de esta ciudad milenaria.